Como toda especialidad, el derecho de familia exige mucha dedicación y además, un trato humano adecuado, dado el ya de por sí trago que supone el trámite.
Lo mejor es confiar en un abogado de divorcio que demuestre tener claros los objetivos y sea capaz de trasladarnos a un contexto judicial en que nos sintamos seguros. La confianza es esencial entre un abogado y el cliente.